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Autor: Gaspar Montero
Fecha de publicación: agosto 1, 2022

La figura de Satán ha fascinado y aterrado a partes iguales a la sociedad occidental desde hace siglos. Propia del sistema de creencias cristiano, aunque también existe una figura muy parecida en el Islam, el origen de este ángel caído se encuentra en tradiciones mucho más antiguas. De hecho, la idea de que Dios tuviera un “enemigo” no era original del cristianismo. Se buscaba, eso sí, utilizar esa dualidad como alegoría del bien y del mal, para marcar claramente los conceptos. Dios era la luz, la bondad, todo lo positivo que había en el mundo, Satanás representaba precisamente todo lo contrario, la oscuridad, la traición, el pecado… La historia de cómo el ángel favorito de Dios, Lucifer, termina siendo seducido por las sombras y cambiando de bando, tiene su antecedente en figuras como la de Prometeo. Igual que él, Lucifer también quiso compartir el conocimiento con los hombres, enfrentándose a Dios en el proceso.

Capitán de las huestes del Infierno y príncipe en aquel desolado paraje, Satanás ha recibido muchos nombres a lo largo de los siglos, y ha representado el lado oscuro e indeseable. Pero ya en el siglo XVII algunos poetas y literatos entendieron que su figura solo había sido manipulada por la religión. Y de hecho, la escogieron como propia, para ensalzar la libertad, el libre derecho de elección frente a la imposición, incluso cuando sea divina. Genios como William Blake o John Milton marcaron distancia con esa imagen arquetípica que el cristianismo había creado. Su influencia sería recogida ya en el siglo XIX por diversas teologías que incluso se atrevían a ensalzar la figura de Satán frente a Dios. El satanismo, tanto teológico como filosófico, se ha extendido en las últimas décadas a través incluso de productos como películas y series de televisión. Es un satanismo mainstream, por supuesto, y en la mayoría de casos alejado de la teología. Es decir, los adeptos no creen en Satán como un ser superpoderoso, sino más bien como una alegoría de libertad, de rechazo al orden establecido. Los tentáculos de Belcebú pueden haber llegado incluso al cine porno, que hoy en día está más de moda que nunca.

Una teoría muy popular entre los conservadores

Como en todos los asuntos que tienen que ver con el misterio, las teorías de la conspiración están a la orden del día. Cada cual entenderá que tienen más o menos sentido, basándose en los argumentos que se pongan por delante. En el caso del porno como medio satánico, las principales teorías vienen desde los núcleos conservadores y ultracatólicos, como no podía ser de otra manera. Grupos que llegan a ser extremistas en sus ideales religiosos, que marcan por completo toda su agenda social y política, y que tienen  mucho poder en diferentes partes del mundo. El porno siempre ha sido un tema tabú y muy polémico, porque enaltece los deseos más primarios e instintivos del ser humano. Nos aleja de Dios y nos lleva a pecar. Pero no se trata solo del sexo, sino de cómo el porno también transmite mensajes que están en contra de los valores tradicionales.

El cine porno como pecado… y mucho más

Hay que entender que para estos grupos radicales, cualquier cosa que no sea totalmente cercana a Dios ya pasa a ser algo diabólico. Es una dualidad extrema de blancos y negros, donde no existen los grises. Por eso, el porno es tomado como algo totalmente pecaminoso y por lo tanto, satánico. Todo lo que nos lleva a cometer esos pecados debe alejarse de nuestra vida, y en el caso del porno, con más razón. Muchos de estos grupos condenan la masturbación porque se trata del placer íntimo buscando solo el puro placer, algo que va en contra de los dictados religiosos. Masturbarse es pecado, y ver pornografía, incluso sin hacerlo, también lo es, ya que desata nuestra lujuria.

Más allá de este sentido casi literal y básico, los ultraconservadores también entienden que el porno es una industria maliciosa que va en contra de los valores tradicionales. Hay lesbianismo, porno gay, interracial… Todo tipo de escenas que hacen torcer el gesto a cualquier ultracatólico. Y se gana mucho dinero con ello,  además. Dinero que acaba sirviendo para promulgar leyes pro-aborto, contrarias a las ideas conservadoras. Son solo teorías, por supuesto, ya que en realidad el porno es una industria donde la ideología siempre va por detrás de la obtención de beneficios. El tipo que lleva una productora solo se preocupa de ganar más y más dinero, y no tanto de cabrear a estos grupos. Sin embargo, ellos se empeñan en señalar la pornografía como algo diabólico. Y a veces hay incluso quien echa más leña al fuego…

Las declaraciones de Sabrina Sabrok

Sabrina Sabrok es una vedette, artista y actriz argentina que actualmente reside en México, y que ha ganado una gran fama a través de Internet. Las razones son numerosas, pero principalmente, Sabrok es famosa por el tamaño de sus curvas. Gracias a diversas cirugías e implantes, la argentina es una de las mujeres con la talla de pecho más grande del mundo. Así también ha iniciado cirugías para tener el trasero más grande de todo el planeta. La vedette ha participado en películas, series y programas de televisión, ha tenido su propia carrera musical y ha incursionado en el porno de manera habitual. Todo ello, según ha llegado a comentar, gracias a un pacto con el Diablo.

Llama la atención que una celebridad hable precisamente de algo tan tabú en estos tiempos, y no descartamos que lo haga solo por fama y por llamar la atención. Sabrok se ha mantenido como una modelo erótica muy reconocida, pero a veces esa fama se pierde, y se necesita un nuevo empujón para recuperarse. La vedette, que acaba de cumplir 50 años, reconoció en 2019 que siempre había hecho caso a Satanás para cumplir sus sueños, hasta llegar a pactar con él. Que todo lo que poseía, el dinero, la fama, la belleza, había sido obtenido gracias a ese trato diabólico. De hecho, la vedette incluso inició un culto para adorar a Satanás, dentro del llamado satanismo no teísta, más bien una forma de vida que una religión. La noticia corrió como la pólvora en Internet y sirvió para que muchos terminaran por enlazar sus declaraciones con las teorías del porno satanista.

¿Qué hay de verdad en todo esto?

¿Existe un grupo de hombres poderosos que adoran a Satán y están involucrados en las principales empresas para tomar decisiones importantes en nuestro planeta? ¿Es el porno un medio con el que expandir un mensaje satánico, o al menos, contrario a lo que el cristianismo propugna? Son preguntas que se responden con argumentos, no con teorías conspiranoicas. Y está claro que lo segundo es mucho más factible que lo primero, desde el momento en el que el porno nació ya como una respuesta rebelde a un sistema que oprimía el sexo. El porno, a pesar de no ser tampoco símbolo de progreso por sí mismo, sí que ayuda a romper con las ataduras morales de una sociedad anquilosada en el pasado. ¿Es por ello satánico? Según a quien se pregunte, como todo.